Cada vez más en desuso por culpa del avance de los ordenadores, la máquina de escribir en su día era algo indispensable en muchos trabajos y para los escritores.
En realidad la máquina de escribir no tiene un solo inventor, ella es el fruto de distintas ideas que al al unirlas llevaron a la creación de lo que hoy conocemos.
La primera máquina de escribir la sacó al mercado la empresa Remington, que se basaba en un prototipo que habían creado Samuel Soule, Christopher Sholes y Carlos Glidden.
Fue todo un avance ya que permitía escribir a gran velocidad, eso si, con mucha practica y crear textos legibles sin importar quien fuera el que escribía.
Hasta no hace mucho, todo aquel que quería aprobar una oposición a funcionario debía ser un experto a la hora de escribir a máquina. La velocidad era lo primero, eso si, sin cometer las tan odiadas faltas de ortografía, que podían llevar tu gran velocidad a no aprobar la oposición a ser funcionario. En la actualidad se sigue exigiendo velocidad, pero en menor medida y usando ordenadores en lugar de las típicas máquinas de escribir.
Una persona normal con poca práctica suele rondar entre las 100 y las 150 pulsaciones por minuto en una máquina de escribir, mientras que alguien experimentado puede hacer sin problema entre 300 y 450 pulsaciones pulsaciones por minuto. Incluso hay verdaderos genios que son capaces de llegar a las 800 a 900 pulsaciones en un solo minuto.
En lo referente a faltas de ortografía por desgracia los ordenadores avisan de las faltas e incluso son capaces de corregir automáticamente mientras se escribe, consiguiendo que nuestro cerebro se llegue incluso a relajar a la hora de escribir esperando que el ordenador lo haga en gran parte por nosotros.
Hoy los procesadores de texto de los ordenadores han acabado con la mayoría de las maquinas de escribir, aunque eso si, los ordenadores conservan en el teclado el aroma de estas.