¿Quien no ha sabe quien es Miguel de Cervantes? Sería un pecado no saberlo, pero estoy seguro que todos los conocéis. Hoy le ha tocado el turno a las frases de Miguel de Cervantes, de las cuales he recopilado unas 100 frases que seguro os van a gustar. Además también preparado una biografía sobre su vida y obra por si alguno de vosotros quiere saber más datos sobre el.
A pesar de que son ya muy numerosos los datos que han conseguido reunirse sobre la biografía de uno de los escritores más universales, es cierto que todavía son muchas las lagunas que existen sobre su existencia.
La vida de Miguel de Cervantes
Nació el 29 de septiembre de 1547, aunque esta fecha no se ha podido confirmar del todo. Su lugar de nacimiento fue Alcalá de Henares, lugar en donde fue bautizado. Sus abuelos paternos fueron licenciados en leyes.
Su padre, Don Rodrígo de Cervantes, quiso ser médico pero su sordera y el carácter nómada de la familia lo impidieron. Su madre, Leonor de Cortinas fue una mujer discreta de la que pocos datos se tienen. Habría de darle seis hermanos.
Los estudios de Miguel de Cervantes se cree que no llegaron a ser universitarios. Si se deduce que llegó a estudiar en una Escuela Jesuita, como el mismo describiría en una de sus obras.
Su primera manifestación literaria pública es la inclusión en un libro de su maestro Juan López Hoyos de dos poemas suyos en 1569. Ese mismo año comenzó su afición por el teatro, que sería su auténtica vocación.
Su viaje a Italia fue de enorme inspiración para él. En 1570 se puso al servicio de Giulio Acquaviva, al que dejó para formar parte del tercio Miguel de Moncada. En sus filas participó en la batalla de Lepanto. De ahí el apodo de el Manco de Lepanto, al quedarle anquilosada la mano izquierda a causa de un trozo de plomo que le seccionó un nervio. La mano al contrario de lo que se cree jamás le fue amputada.
De esta batalla él mismo escribiría en el Quijote que fue «la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros»
El cuatro ocasiones trató de huir de su cautiverio en Argel, intentos todos ellos fallidos. No sería hasta el 19 de septiembre de 1580 cuando los padres trinitarios lograron liberarlo reuniendo los 500 escudos que se exigía para su liberación.
Tuvo una hija, Isabel de Saavedra, con una mujer casada con un tabernero. Y aunque con posterioridad se llegó a casar, el matrimonio no duró más de tres años.
Obras literarias de Don Miguel de Cervantes Saavedra
Su primera obra literaria importante fue La Galatea, que se publicó en 1585. Siempre pretendió que tuviera una segunda parte, pero no llegó a conseguirlo.
En 1605 vio la luz su obra más universal, El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. La Segunda parte El ingenioso Caballero Don Quijote de la Mancha, vería la luz diez años después.
Entre 1590 y 1612 escribió novelas cortas, que se reunirían bajo el título de Novelas ejemplares.
En 1616 escribe una dedicatoria muy reveladora en su novela Los Trabajos de Persiles y Segismunda. En dicha dedicatoria se despide de sus amigos y deja entrever entre sus letras que cree que le queda poca vida.
El teatro fue su auténtica vocación, obras como La Gran Sultana, El laberinto del amor o La Entretenida son algunos de los títulos teatrales.
El 22 de abril de 1616, fallecía en Madrid a la edad de 68 años. A pesar de todas las investigaciones que se han hecho, excavaciones arqueológicas incluídas, no se ha logrado saber donde descansan sus restos mortales.
Frases de Miguel de Cervantes
Y después de toda esta parrafada le toca el turno a sus frases célebres. Esta es la colección de citas famosas que el ha dicho o escrito durante su vida.
La senda de la virtud es muy estrecha y el camino del vicio, ancho y espacioso.
Paréceme, Sancho, que no hay refrán que no sea verdadero, porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia, madre de las ciencias todas.
El amor y la afición con facilidad ciegan los ojos del entendimiento.
Encomiéndate a Dios de todo corazón, que muchas veces suele llover sus misericordias en el tiempo que están más secas las esperanzas.
Las armas requieren espíritu como las letras.
¿No sabes tú que no es valentía la temeridad?
Mientras se gana algo no se pierde nada.
El año que es abundante de poesía, suele serlo de hambre.
En la tardanza dicen que suele estar el peligro.
Las armas tienen por objeto y fin la paz, que es el mayor bien que los hombres pueden desear en esta vida.
La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.
No desees y serás el hombre más rico del mundo.
Siempre los ricos que dan en liberales hallan quien canonice sus desafueros y califique por buenos sus malos gustos.
Ninguna ciencia, en cuanto a ciencia, engaña; el engaño está en quien no la sabe.
Andan el pesar y el placer tan apareados que es simple el triste que se desespera y el alegre que se confía.
¡Venturoso aquel a quien el cielo dio un pedazo de pan, sin que le quede obligación de agradecérselo a otro que al mismo cielo!
¡Oh envidia, raíz de infinitos males y carcoma de las virtudes!.
Más vale el buen nombre que las muchas riquezas.
La pluma es la lengua del alma.
Los celos se engendran entre los que bien se quieren, del aire que pasa, del sol que toca y aun de la tierra que se pisa.
La rabia de los celos es tan fuerte que fuerza a hacer cualquier desatino.
La belleza del cuerpo muchas veces es indicio de la hermosura del alma.
Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón.
¿Qué locura o qué desatino me lleva a contar las ajenas faltas, teniendo tanto que decir de las mías?
Al poseedor de las riquezas no le hace dichoso el tenerlas, sino el gastarlas, y no el gastarlas como quiera, sino el saberlas gastar.
Dos linajes solos hay en el mundo, como decía una agüela mía, que son el tener y el no tener.
No puede haber gracia donde no hay discreción.
Esta que llaman por ahí Fortuna es una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo, ciega, y así no ve lo que hace, ni sabe a quien derriba.
El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.
Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades.
¡Oh, memoria, enemiga mortal de mi descanso!
En las cortesías antes se ha de pecar por carta de más que de menos.
Lo que el cielo tiene ordenado que suceda, no hay diligencia ni sabiduría humana que lo pueda prevenir.
Los delitos llevan a las espaldas el castigo.
Un buen arrepentimiento es la mejor medicina que tienen las enfermedades del alma.
Sé breve en tus razonamientos, que ninguno hay gustoso si es largo.
Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias.
Pocas o ninguna vez se cumple con la ambición que no sea con daño de tercero.
Sea moderado tu sueño; que el que no madruga con el sol, no goza del día.
Tanto más fatiga el bien deseado cuanto más cerca está la esperanza de poseerlo.
No andes, Sancho, desceñido y flojo, que el vestido descompuesto da indicios de ánimo desmalazado.
El sueño es el alivio de las miserias para los que las sufren despiertos.
El que no sabe gozar de la ventura cuando le viene, no debe quejarse si se pasa.
Amor y deseo son dos cosas diferentes; que no todo lo que se ama se desea, ni todo lo que se desea se ama.
La falsedad tiene alas y vuela, y la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se dan cuenta del engaño ya es demasiado tarde.
Cada uno es como Dios le hizo, y aún peor muchas veces.
El retirarse no es huir, ni el esperar es cordura cuando el peligro sobrepuja a la esperanza.
Como no estás experimentado en las cosas del mundo, todas las cosas que tienen algo de dificultad te parecen imposibles.
Sobre el cimiento de la necedad, no asienta ningún discreto oficio.
La verdad adelgaza y no quiebra, y siempre anda sobre la mentira como el aceite sobre el agua.
No hay cosa más excusada y aun perdida que el contar el miserable sus desdichas a quien tiene el pecho colmado de contentos.
La música compone los ánimos descompuestos y alivia los trabajos que nacen del espíritu.
La buena y verdadera amistad no debe ser sospechosa en nada.
De las miserias suele ser alivio una compañía.
Más vale una palabra a tiempo que cien a destiempo.
Adonde interviene el favor y las dádivas, se allanan los riscos y se deshacen las dificultades.
Puede haber amor sin celos, pero no sin temores.
La ingratitud es hija de la soberbia.
La mujer ha de ser dueña, y parecerlo, que es más.
Donde una puerta se cierra, otra se abre.
No hay pecado tan grande, ni vicio tan apoderado que con el arrepentimiento no se borre o quite del todo.
No ames lo que eres, sino lo que puedes llegar a ser.
Alguno se estima atrevido, cuando con otros se compara. Algunos creo que hubo tan discretos que no acertaron a compararse sino a sí mismos.
El agradecimiento que sólo consiste en el deseo es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras.
Amistades que son ciertas nadie las puede turbar.
Si los celos son señales de amor, es como la calentura en el hombre enfermo, que el tenerla es señal de tener vida, pero vida enferma y mal dispuesta.
Las honestas palabras nos dan un claro indicio de la honestidad del que las pronuncia o las escribe.
La poesía tal vez se realza cantando cosas humildes.
Las sentencias cortas se derivan de una gran experiencia.
Al bien hacer jamás le falta premio.
El andar tierras y comunicar con diversas gentes hace a los hombres discretos.
Come poco y cena menos, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago.
Me moriré de viejo y no acabaré de comprender al animal bípedo que llaman hombre, cada individuo es una variedad de su especie.
En los principios amorosos los desengaños prestos suelen ser remedios calificados.
El hacer el padre por su hijo es hacer por sí mismo.
La abundancia de las cosas, aunque no sean buenas, hacen que no se estimen, y la carestía, aun de las malas, se estima en algo.