¿Existe alguien en el mundo que no haya oído hablar de Napoleón Bonaparte? Seguro que no. Napoleón fue un militar y gobernador francés que quiso conquistar toda Europa y casi lo consiguió. Nació en el año 1769 y murió en el 1821. Para el artículo de hoy he recopilado sus mejores frases célebres de Napoleón, o que se cree que el pronunció en su día. Espero que os gusten y os enseñen por lo menos tanto como a mi.
Como anécdota se tiene la idea de que Napoleón era un hombre pequeño, pero lo cierto es que para su época estaba en una estatura media. Media unos 168 centímetros que no estaba nada mal. También se dice que llevaba siempre la mano en su estómago por algún problema de salud, pero en realidad era simplemente por coquetería, ya que era una postura que se usaba bastante en la época como símbolo de distinción.
Bueno, os dejo ya directamente con sus frases para que podáis disfrutar de ellas y de sus enseñanzas.
Frases de Napoleón
La mejor forma de cumplir con la palabra empeñada es no darla jamás.
Hay ladrones a los que no se castiga, pero que roban lo más preciado: el tiempo.
Discutir en el peligro es apretar el dogal.
El porvenir de un hijo es siempre obra de su madre.
Para triunfar es necesario, más que nada, tener sentido común.
Con audacia se puede intentar todo, mas no conseguirlo todo.
El coraje no se puede simular: es una virtud que escapa a la hipocresía.
Tan tranquilas son las personas honradas y tan activas las pícaras, que a menudo es necesario servirse de las segundas.
Una cabeza sin memoria es como una fortaleza sin guarnición.
El amor es una tontería hecha por dos.
La diplomacia es la política en traje de etiqueta.
Si la perfección no fuera quimérica, no tendría tanto éxito.
La batalla más difícil la tengo todos los días conmigo mismo.
A la mayor parte de los que no quieren ser oprimidos no les disgustaría ser opresores.
Es injusto que una generación sea comprometida por la precedente. Hay que encontrar un modo de preservar a las venideras de la avaricia o inhabilidad de las presentes.
Las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo.
La masa busca al líder, no porque lo estime sino por interés; y el líder acepta a la masa por vanidad o por necesidad.
Sólo hay dos palancas que muevan a los hombres: el miedo y el interés.
Cuando no se teme a la muerte, se la hace penetrar en las filas enemigas.
En la guerra como en el amor, para acabar es necesario verse de cerca.
La guerra es un juego serio en el que uno compromete su reputación, sus tropas y su patria.
El que sólo practica la virtud para conquistar una gran reputación está muy cerca de caer en el vicio.
Si quieres tener éxito, promete todo y no cumplas nada.
La ambición jamás se detiene, ni siquiera en la cima de la grandeza.
La envidia es una declaración de inferioridad.
Los sabios son los que buscan la sabiduría; los necios piensan ya haberla encontrado.
No hay que temer a los que tienen otra opinión, sino a aquellos que tienen otra opinión pero son demasiado cobardes para manifestarla.
Hace falta más valor para sufrir que para morir.
Podemos detenernos cuando subimos, pero nunca cuando descendemos.
El método más seguro de permanecer pobre es, sin duda, ser una persona franca.
Bien analizada, la libertad política es una fábula imaginada por los Gobiernos para adormecer a sus gobernados.
Interpretar la ley es corromperla, los abogados las matan.
¿Queréis contar a vuestros amigos? Caed en el infortunio.
La policía a veces inventa más de lo que descubre.
Si la obediencia es el resultado del instinto de las muchedumbres, el motín es el de su reflexión.
De lo sublime a lo ridículo no hay más que un paso.
Cada uno de los movimientos de todos los individuos se realizan por tres únicas razones: por honor, por dinero o por amor.
El más peligroso de nuestros consejeros es el amor propio.
La victoria pertenece al más perseverante.
El mal de la calumnia es semejante a la mancha de aceite: deja siempre huellas.
Una gran reputación es un gran ruido: cuando más aumenta, más se extiende; caen las leyes, las naciones, los monumentos; todo se desmorona. Pero el ruido subsiste.
Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado.
Las mujeres no son otra cosa que máquinas de producir hijos.
Un hombre de estado debe tener el corazón en la cabeza.
Cuando quiero que un asunto no se resuelva lo encomiendo a un comité.
Imponer condiciones excesivamente duras es dispensar de su cumplimiento.
Nos batimos más por nuestros intereses que por nuestros derechos.
Lo imposible es el fantasma de los tímidos y el refugio de los cobardes.
Hay tantas leyes que nadie está seguro de no ser colgado.
La opinión pública es un poder al que nada resiste.
La muerte es un ensueño sin ensueños.
Se puede aplastar una nación religiosa, pero no dividirla.
A veces una batalla lo decide todo, y a veces la cosa más insignificante decide la suerte de una batalla.
La independencia, igual que el honor, es una isla rocosa sin playas.
La mayor parte de aquellos que no quieren ser oprimidos, quieren ser opresores.
Y esto es todo por hoy. Espero que os hayan gustado estas frases célebres de Napoleón Bonaparte. Si conocéis alguna que yo no he publicado podéis dejarlas en los comentarios que acompañan el post. ¡Saludos a todos!