Las personas pueden tomar muchas decisiones. Una pareja puede decidir contraer matrimonio y, antes o después de estar casados, también pueden tomar la decisión de tener hijos. En el momento en el que se forma una familia, hay algo que debe ser absolutamente prioritario: proteger a los hijos, sobre todo cuando son menores de edad. ¿Por qué decimos esto? Porque los hijos no pueden decidir si nacer o no en una determinada familia.
Puede sonar a cuestión filosófica, pero es una realidad que, a veces, es mucho más triste de lo que debería ser. Porque muchos matrimonios o familias se mantienen, sí, pero en una discordia constante. Los choques, los conflictos, las discusiones, las peleas… Todo eso genera un clima en el que son los hijos los que más perjudicados salen. Y eso, al final, suele tener al divorcio con hijos ojalá que en términos amistosos, como único arreglo constructivo.
Los divorcios con hijos son cada vez más frecuentes
Los padres deben dar el mejor ejemplo posible a sus hijos menores, y no hay nada mejor que demostrar lo que implica el amor de verdad. Si una pareja, por el motivo que sea, no logra llevarse bien, debe aprender a capear la situación. No perder los estribos, no faltar al respeto, evitar los gritos y las discusiones frente a los hijos. En primer lugar, porque son los que más sufren por estas situaciones y, en segundo lugar, porque eso ya les deja una profunda huella de cómo puede ser una relación.
Por eso antes se ha mencionado que, en ocasiones, el divorcio es la mejor vía. Lo cierto es que las rupturas matrimoniales son algo bastante normalizado desde hace unos años. La ley, además, está facilitando las cosas para que el proceso no se convierta en algo traumático para la familia y, en ocasiones, resulta incluso lo mejor que se puede hacer. ¿Por qué mantener un matimonio que no se sostiene? Eso no hace más que hurgar en una herida que, poco a poco, puede dejar unas consecuencias irreparables.
Esta normalización ha llevado a que muchas familias se hayan separado, con hijos que conviven con padres y/o madres a lo largo de diferentes periodos de tiempo. Sí es cierto que la transición puede ser complicada para los niños, pero la dedicación, la paciencia y las explicaciones claras les ayudan a entenderlo todo mejor y, sobre todo, a aprender a vivir con ello con la máxima naturalidad posible.
Aunque en esto juega un papel importantísimo el conseguir un divorcio fácil y rápido. Cada vez se facilitan más y, de hecho, suelen propiciarse porque, además de más sencillos, también resultan más económicos. Aun así, dejando todo eso a un lado, son importantes porque no hay nada peor para todas las partes implicadas que un divorcio conflictivo. Es algo que conlleva a encontronazos, a más discusiones e incluso a sesiones judiciales que, de un modo u otro, de nuevo repercuten en los más pequeños de casa.
Los divorcios amistosos ganan fuerza
Ya hemos adelantado que la opción amistosa es la mejor para todas la partes implicadas. Pero, ¿cuáles son las razones que más están empujando a optar por esta vía? Los últimos cambios en las leyes sobre divorcios han propiciado la existencia de nuevas figuras de separación, dando pie a los conocidos como divorcios exprés desde 2005. Estos se engloban precisamente dentro de los amistosos, aunque se caracterizan por ser todavía más rápidos y poder llevarse a cabo bajo ciertos requisitos especiales.
Todo esto consigue, al final, que el proceso sea mucho más llevadero y mucho menos traumático. El antiguo matrimonio sufre menos, como también sus familiares más cercanos. Y sí, aquí debemos volver a mirar en dirección a los hijos menores. Gracias a esto, su sufrimiento es mucho menor para todos. Cosa que, como ya se ha mencionado antes, debe ser prioritaria para sus padres.