El peso se coge durante el embarazo es uno de los puntos débiles de casi todas las mujeres que acaban de estrenarse ya sea por primera vez o no en eso tan bonito, pero tan duro a la vez, llamado maternidad.
Está claro que los milagros existen y seguramente tendrás una vecina que a la semana de dar a luz parecía que había tenido una aceituna en la barriga. Subida a sus tacones y embutida en unos jeans de la 34, desafía todo lo sostenido por la más común de las mortales tras el parto. Porque si, hay mujeres que después de un embarazo siguen manteniendo la misma figura sin que su cuerpo se resienta lo más mínimo.
Y es que la barriga más fofa y las caderas más voluminosas de lo habitual, son una seña de identidad de cualquier recién parida a la que la genética no ha dotado de esas gracia de Dios que antes mencionábamos.
Si estás en esta situación, debes saber que la lactancia materna puede ser una gran aliada para eliminar esa grasa localizada. Una mujer lactante tiene un gasto mayor de calorías, se estima que la producción de leche requiere de unas 550 calorías al día a mayores.
La leche de mamá es además altamente grasa, y esa grasa proviene de zonas como la barriga y las piernas.
Si llevas por lo tanto una buena alimentación y tu bebé se alimenta de tu leche, es posible que en menos de lo que canta un gallo te puedas pasear con los pantalones que compraste justo antes de quedarte embarazada.
Esta probado que dar de mamar a los bebés adelgaza, gracias a la cantidad de calorías que gasta nuestro cuerpo.
Y si no lo consigues no te preocupes, somos mujeres y la naturaleza deja en nosotros una huella que se borrará en cuanto veas la sonrisa de tu bebé.