Como todo lo que ser refiere a los niños hay que aclarar entes de nada, que no existe una norma general que nos sirva para todos y cada uno de ellos.
Cada niño es diferente y a la hora de dormir, el ponerle o no almohada, dependerá de su edad, de si tiene o no algún tipo de malformación en la cabeza, algo muy típico en los niños menores de dos años y por su puesto de la forma de dormir del niño.
El hecho de necesitar almohada depende de una cuestión física, los adultos la necesitamos puesto que nuestra cabeza es más pequeña que nuestro cuerpo y la disposición en la cama hace que nos quedemos con la cabeza curvada si no alineamos cuerpo y cabeza con una almohada.
En el caso de los niños, hasta los dos años, la cabeza en proporcionalmente más grande que su cuerpo. Es por ello que si duermen sin almohada su espalda y cabeza estarán totalmente alineados y el crío estará perfectamente cómodo.
Los profesionales recomiendan además, que desde el nacimiento hasta los dos años por lo menos, el crio duerma sin almohada, al reducirse notablemente el riesgo de la llamada muerte súbita.
Otro tema es, que el niño hasta esa edad sufra de malformaciones en el cráneo que se solventan entre otras medidas, con el uso de almohadas ya especiales para ayudarles a mantener la cabeza en una postura adecuada.
En el caso de que el niño ya haya cumplido los dos años, pero duerma boca abajo de manera habitual, lo mejor es evitar el uso de la almohada. De todas formas cualquiera que tenga un niño cerca durmiendo, comprobará que sus posición cambia frecuentemente en la noche, por lo que establecer el uso de la almohada por la postura que toma al dormir, es un tanto inutil.
En el caso de que notemos que el niño necesita la almohada, debemos escoger una que sea baja y blanda; de esta forma su espalda no sufrirá ningún daño. Dejemos dormir al niño con total libertad, si él lo necesita buscará la almohada; si se la ponemos y aún así sigue sin usarla, debemos respetarlo, pues si lo hace es porque está cómodo sin ella.